“Hasta que la muerte nos separe”: ¿Quién recibe los beneficios del seguro de vida?
Pocas cosas resultan más incómodas que hablar de la propia muerte, de quién disfrutará los bienes que con tanto esfuerzo se han conseguido, incluida la vivienda, o de revelar la identidad de la persona designada como beneficiaria de un seguro de vida. Los cínicos comparan estos beneficios con dinero caído del cielo que el beneficiario no se ha ganado, y advierten que, de pronto, pareciera que alguien ha puesto precio a tu cabeza.
Dicho esto, la libertad de estructurar el pago de los beneficios del seguro de vida puede ser una estrategia muy útil en varios frentes, como por ejemplo:
a) cubrir los costos asociados a ciertos bienes de tu patrimonio, como pagar la hipoteca pendiente de tu casa;
b) cubrir los gastos funerarios;
c) servir como garantía para cumplir con una obligación de pagar manutención conyugal o de hijos;
d) reservar los fondos hasta que tus hijos alcancen una edad de madurez suficiente para manejar una suma importante de dinero (por ejemplo, a los cincuenta años).
Las disputas por los beneficios del seguro de vida son, lamentablemente, muy comunes. Van desde la impugnación de la designación del beneficiario, hasta el intento de recuperar los beneficios del seguro para cumplir con obligaciones de manutención, o conflictos entre dos cónyuges con derechos aparentemente iguales sobre dichos beneficios. Si tus asuntos no están correctamente organizados de manera legal, tus deseos podrían quedar anulados por una decisión judicial.
Por ejemplo, en el caso Francis v. Brooks, las partes estuvieron casadas durante veinticinco años. Se separaron en 2012 tras una infidelidad del esposo, quien dejó la vivienda conyugal y se mudó. En 2013, fue diagnosticado con cáncer terminal y, al no poder trabajar, regresó a la casa. La esposa le compró su parte de la propiedad para que él pudiera disponer de fondos durante el resto de su vida. Él luego se mudó con su nueva pareja de hecho y falleció en 2014.
Antes de morir, designó a su pareja de hecho, la Sra. Brooks, como beneficiaria de su seguro de vida y de su RRSP. Nunca se divorció de su esposa. Esta presentó una solicitud ante el tribunal para reclamar manutención como dependiente del patrimonio del esposo. Al final, el tribunal estuvo de acuerdo con la esposa y determinó que ella tenía derecho no solo a recibir los bienes del esposo, sino también los beneficios del seguro de vida y del RRSP. La Sra. Brooks no pudo probar que era su cónyuge (de hecho) ni que el fallecido le debía manutención.
En resumen, el fallecido tal vez deseaba beneficiar a la Sra. Brooks, pero sus deseos no prevalecieron en el tribunal porque no hizo las provisiones legales necesarias para su esposa al momento de su muerte.
En otro caso, Moore v. Sweet, el fallecido se había separado de su esposa tras veinte años de matrimonio. Había designado a su primera esposa, la Sra. Moore, como beneficiaria de su póliza de seguro de vida. Tras la separación, ella aceptó seguir pagando las primas de la póliza, en virtud de un acuerdo verbal. En el momento de su muerte, el Sr. Moore vivía con su pareja de hecho desde hacía trece años y había cambiado la designación de beneficiaria en favor de la Sra. Sweet, como beneficiaria irrevocable. La Sra. Moore continuó pagando las primas sin saber que se había producido un cambio.
Ambas, la primera y la segunda pareja, terminaron en un litigio por los beneficios del seguro.
El tribunal falló a favor de la Sra. Sweet, dado que la nueva designación fue realizada conforme a los requisitos de la Insurance Act y además fue hecha por escrito e irrevocablemente, a diferencia del acuerdo verbal con la Sra. Moore. El tribunal también observó que la Sra. Sweet había cuidado del Sr. Moore durante su enfermedad y estaba en situación económica vulnerable, mientras que la Sra. Moore ya había recibido la vivienda conyugal. Aun así, la Sra. Moore logró recuperar el dinero que había pagado por las primas del seguro.
El Derecho de Seguros y las designaciones de beneficiarios no deben tomarse a la ligera. Si no se obtiene asesoramiento legal adecuado, la ley puede terminar anulando tus deseos y las promesas hechas “hasta que la muerte nos separe”.
Por Claudia Falquez
Cayena Law Professional Corporation